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MIGUEL ÁNGEL
(Michelangelo Buonarroti; Pintor, Arquitecto, Escultor) (1475-1564)
Al igual que Leonardo da Vinci, Miguel Ángel fue uno de los pocos artistas del renacimiento que destacó en todas las disciplinas artísticas. Sus logros en pintura, escultura y arquitectura son tan geniales como sus poesías, ya que también era escritor. Fue su padre quien envió a Miguel Ángel a estudiar con Ghirlandaio. Éste, se encontraba en ese momento trabajando en los frescos de la iglesia de Santa Maria Novella en Florencia, lo que le permitió al joven artista hacerse con los secretos de esta técnica desde el principio.
También fue ayudante del escultor Bertholdo de quien aprendió todo lo relacionado con las técnicas de la escultura. Al poco tiempo, Lorenzo de Médicis le ofreció el servicio de su mecenazgo, que incluía, además de trabajo, el pago de sus estudios.
Así es como Miguel Ángel se inició en el conocimiento de la antigüedad clásica y de la filosofía neoplatónica que tanto influyeron en su obra. Entre los primeros proyectos realizados para su mecenas se encuentra el colosal "David" que pasaríaa la historia como una de las esculturas más representativas de la estatuaria renacentista.
Ya en 1494 recibió un importante encargo para realizar los frescos de la iglesia de San Domenico en Bolonia. A su vuelta a Florencia, fue llamado por el Papa Julio II a Roma para comenzar con su monumento funerario y dos de sus obras máximas, los frescos de "El pecado original" y "La expulsión del Paraíso", en la bóveda de la capilla Sixtina, y la estatua de "La piedad". No es hasta veinte años después que el Papa le pide continuar con la decoración del muro ( "El Juicio final" ), además de nombrarlo escultor y arquitecto oficial del Vaticano. Habiendo recibido Miguel Ángel total libertad para la realización del programa de frescos, tras el concilio de Trento, el pintor Daniele da Volterra fue el encargado de cubrir los desnudos de la bóveda, por lo que recibió el mote de "il Braghettone".
Hoy devueltos a su estado original, los colosales desnudos de brillante colorido, en contraste con la dulzura de los rostros femeninos, y el dramatismo de las escenas bíblicas, son la representación más auténtica de la genialidad inagotable de uno de los más grandes maestro del arte de todos los tiempos.
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